Una cita imprescindible con un novelista, crítico literario y buen amigo que nos visita desde Murcia.
Fue Miguel de Unamuno el que acuñó el término "intrahistoria" para
referirse a esa otra historia, la no oficial, aquella que no está
escrita, pero que camina de la mano de la primera, la que cuentan los
profesionales y que conforman a su antojo.
Esa intrahistoria la
protagonizan las personas con sus vidas, sus sentimientos, sus lances,
aventuras y desventuras. La historia oficial en la que se centra la obra
del crítico literario y novelista Pedro M. Domene, El secreto de las
Beguinas, se inscribe en la época del Imperio español y las campañas que
mantuvo en Flandes de la mano de los famosos e invencibles Tercios. Es
una historia en la que se enfrentan los nobles flamencos, con ayuda de
los ingleses, al mayor poder militar de aquellos tiempos: un Imperio que
sujetaba en una mano la espada y en la otra el crucifijo, y que con
ellos se imponía a sangre y fuego sobre el resto de las potencias
occidentales.
Pero no estamos hablando de una novela histórica al
uso. No es esa la pretensión del autor. Estamos ante una novela en la
que brilla con fuerza el amor. Es en realidad una historia de amor en
unos tiempos en los que el amor romántico es denostado por esa parte
desnortada de la sociedad que el tiempo barrerá como siempre les ocurre a
los que se enfrentan a Cupido. Con razón el libro comienza con una cita
de Miguel Servet:
“La fe, si se considera en su propiedad
esencial y pura, no contiene tal perfección como el amor...El amor es
superior a todo... durable, sublime, más parecido a Dios...”
En
esta sección he comentado algunas de las grandes novelas de amor que son
grandes obras literarias: La hija del capitán de Pushkin, Primer amor
de Turgueniev, El rumor del oleaje de Mishima, El Dr. Zhivago de
Pasternak... La novela de Pedro M. Domene está en esa línea. Es cierto
que no es solo una novela de amor, o mejor dicho, es más que una novela
de amor, puesto que introduce la intriga y la aventura a la vez que una
crítica sutil al fanatismo y al ambiente en el que, muchas veces, las
vidas anónimas se ven envueltas sin culpa ninguna, cuando predomina la
codicia, el fanatismo o la barbarie.
Pues, en efecto, la novela
de Domene se centra en una época histórica de lucha política en la que
se le da un fuerte protagonismo a la Inquisición, exponiendo con
brillantez lo que significaba un proceso inquisitorial.
El
argumento se engarza en una estructura trepidante en la que se
intercalan dos épocas separadas por más de cuatrocientos años: la época
del sitio de Ostende y la actual. Alternando ambos tiempos en cada
capítulo, se nos presentan dos historias que el lector va conectando e
hilvanando paso a paso. En un tiempo in crescendo, los personajes
modernos, representados por un investigador y su hermano, se desplazan a
la ciudad de Brujas para investigar el auto de fe por el que se condenó
a un grupo de Beguinas – mujeres que cuidaban de pobres y enfermos– y
que fueron quemadas en la hoguera. Poco a poco, van descubriendo un
oscuro secreto ocultado durante siglos –que no revelaré aquí– y que solo
con insistencia y tesón lograrán, por fin, revelar. Pero ese secreto
oscuro y terrible encierra una sorpresa aún mayor: una historia de amor
entre un noble caballero español y una dama flamenca alojada entre los
muros del Beguinato.
La estructura es cinematográfica. El lector
pasa los capítulos como si fueran escenas de una película de misterio.
La trama progresa y mientras avanza va cogiendo velocidad. Los
acontecimientos se precipitan en la parte final de la novela en un
clímax en el que confluye la historia de amor, la cruel labor de la
Inquisición y la trama político-criminal urdida en el Beguinato.
Siempre me han llamado la atención las historias de personajes atrapados
en el tiempo por unas circunstancias que les son ajenas. Como las vidas
de Lara y Yuri en “El Dr. Zhivago” de Pasternak, las de Elisabeth y
Jorge de Deza en la obra de Domene se entrelazan como si un sino
inexorable las hubiera destinado a encontrarse. Fuera de ellos, el dolor
de una guerra, la envidia, la crueldad y el asesinato y, por encima de
todo, una ideología fanática que no entiende de amor y que lo rechaza
porque le resulta insoportable. Nada hay peor para el fanático que el
amor romántico porque en su reino de odio y miseria el amor puro y
prístino no puede existir... malas gentes que caminan y van apestando la
tierra, como diría Machado.
Es el fanatismo inquisitorial uno de
los temas protagonistas en la obra de Domene. La figura de los
inquisidores, sobre todo la del Inquisidor Giordano, torturando con el
cordel para no dejar huella a las mujeres, es una fiel imagen de lo que
representa el terror fanático. Frente a él solo cabe escapar, como hacen
los protagonistas, pues del mal hay que alejarse, es la única salida
que nos queda. Recientemente, he visto muestras de fanatismo en muchos
ámbitos, también en el literario. He visto la cobardía de los que se
ocultan con seudónimos para esparcir odio, de los que se valen del
anonimato para extender su mediocridad dañina, de la envidia que
encierra, en el fondo, el carácter del fanático. Domene construye dos
grandes personajes en este ámbito: Diego de Santo Domingo y Giordano. No
lo hace de forma plana sino que ambos están llenos de matices. En uno
se aprecia al fanático estudioso, aunque con dudas en su labor de
Inquisidor; en el otro reina la crueldad más sádica, la cruenta
imaginación del psicópata refugiado en la religión, cuna de los mismos.
Ese fanatismo, junto con la guerra de fondo, es el decorado en el que se
mueve la historia de amor que, sin embargo, aparece como pura y
cristalina, contrastando con el mal. Es el amor que todo lo puede, que
todo lo limpia; es lo más parecido que existe a la divinidad, como decía
Servet.
Domene destaca como novelista tanto como en su labor de
crítico literario. Redescubre talentos ocultos en Disidencias o
profundiza en interesantes autores caídos en el olvido como Villaespesa
en su reedición de El último Abderramán. Es uno de esos personajes que
merece la pena conocer.
Los bercianos estamos de suerte, pues de
la mano de esta sección, de la Torre de los Sueños, del Club Petronio y
la Editorial Trifaldi –con la presencia de su impulsor, Máximo Higuera–
podremos compartir y departir con el autor el próximo 17 de enero en La
casa del Libro del C.C. El Rosal a las 19:00 horas. Allí quizás nos
desvele alguno más de los secretos ocultos de su obra además del que se
esconde tras las Beguinas.
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